Para dormir mejor hay que seguir los ritmos circadianos propios


La regularidad es de vital importancia para el sueño de su hijo. Los padres tienen en su mano diferentes herramientas para crear un ambiente confortable que favorezca el sueño. Si los más pequeños duermen bien toda la noche, mamá y papá también dormirán mejor.

Los recién nacidos descansan aproximadamente cada 90 minutos durante el día, por medio de breves siestas. Los niños menores de tres o cuatro años también necesitan descansar durante el día. La dificultad para conciliar el sueño por la noche puede deberse, por ejemplo, a que el niño ha mantenido una pequeña siesta de día, un poco antes de la hora de acostarse.

Se recomienda que el niño este despierto unas cuatro horas antes de acostarse por la noche. Cuando no se despierta por sí mismo es mejor despertarlo suavemente, con caricias o estímulos como la luz.

 

El reloj interno

Si el bebé está muy fatigado es más difícil que concilie el sueño por la noche. Los bebés recién nacidos necesitan reposo de tres a cuatro veces al día. Con la edad se reducen el número de siestas. Cuando el niño tiene alrededor de año y medio de edad, necesitará dos periodos de descanso.

Los niños, cuando se sienten cansados durante el día deben tener la oportunidad de dormir. Si su hijo se queda despierto a pesar de la necesidad de dormir porque se anima de nuevo su comportamiento puede cambiar de manera importante por esa falta de sueño. Muchos padres lo saben.

Sin embargo, cada niño reacciona de una manera distinta. Se da el caso de que algunos bebés necesitan cierta fatiga, incluso para dormir bien y de manera fácil. La mejor manera de saber cómo ha de ser el descanso es observar a sus hijos de cerca durante varios días para determinar el momento adecuado para establecer las "siestecitas".

 

Los padres marcan el ritmo diario

El reloj interno que tienen los más pequeños les indica cuando están cansados, pero los ritmos circadianos exactos debe ser marcados por los padres. Los investigadores han encontrado que el reloj interno no siempre sigue el ritmo de 24 horas, incluso en adultos. Pero, ya que vivimos en una sociedad que funciona de acuerdo con las especificaciones del reloj, es aconsejable acostumbrar a los niños, desde una temprana edad, a acostarse a una hora fija.

Como los padres también necesitan conciliar el sueño, es mucho mejor para todos, que los niños se acuesten y se levanten a una hora determinada.

 

Ocho en punto de la noche: ¡la hora de dormir!

El momento ideal para irse los niños a la cama es entre las 19 a 21 horas. Una hora antes de acostarse, todo el ambiente en la casa debe invitar al descanso. Las emociones se deben evitar, así como reducir, en la medida de lo posible, la gimnasia o cualquier actividad física excitante.

La música tranquila y las conversaciones más suaves invitan a crear un ambiente de relajación. Muchas familias bajan la intensidad de la iluminación por la noche, reducen el volumen de la televisión o la apagan por completo. El secreto está en que cada familia invente su propio ritual nocturno.

 

Ambiente agradable

Para un buen descanso, es importante que a los niños les guste ir a la cama cuando llega el momento. No debe utilizarse nunca el irse a la cama como castigo, porque el descanso sólo debe inducir sentimientos y pensamientos positivos. ¿Te acuerdas del peluche, almohada suave o el saco de dormir de tu infancia? Seguro que te trae buenos recuerdos.

Los padres han de dar mucha importancia al entorno de descanso del pequeño para promover un sueño saludable y por lo tanto, el desarrollo físico e intelectual de su hijo. Para crear un entorno que estimule el sueño es importante conseguir la temperatura ambiente ideal y utilizar ropa de cama hecha de materiales naturales como la de Zizzz , que propician un descanso confortable y reparador.